jueves, 19 de julio de 2012

21 Congreso del PCC: “Juntemos todas las voces y todas las rebeldías”


JAIME CAYCEDO, secretario general del PCC en la apertura del 21 congreso de los comunistas.



“Juntemos todas las voces y todas las rebeldías”

[Intervención de Jaime Caycedo Turriago, secretario general del PCC, en el Acto de instalación del 21 Congreso]

Nuestro saludo solidario y nuestro aplauso a tod@s l@s invitad@s, delegad@s y asistentes. Un saludo especial al camarada Álvaro Vásquez, constructor toda una vida de este partido quien con su acompañamiento nos alienta a seguir el rumbo correcto de la unidad y la convergencia.

Hemos llegado a la culminación de los eventos preparatorios del 21 Congreso del PCC. Este Partido tiene 82 años de existencia continua en la vida colombiana. Es parte de la cultura y de la rebeldía del pueblo y de la intelectualidad.

En el Catatumbo, en Arauca, en el Putumayo, en el Cauca, está descrito el mapa de la guerra contrainsurgente. Es la guerra para perpetuar una dominación que pretende adaptar la sociedad colombiana al apetito insaciable de la acumulación transnacional de capital. Lo ha logrado, pero solo en parte. No lo puede del todo porque hay resistencias sociales rebeldes, una oposición democrática, lucha y dinámica populares.

El gran error de Alvaro Uribe y de Juan Manuel Santos es el de empequeñecer, minimizar y subestimar esas resistencias. Al entrar el mundo y Colombia en las ondas expansivas de la crisis capitalista y de civilización, están creciendo las turbulencias en cuyo contexto, por muy chicas que sean o estén siendo las resistencias y pocas las oportunidades de avance, los trabajadores, el pueblo, las gentes del común pueden alcanzar logros importantes si se unen en un rumbo democrático, de soberanía, de reivindicación social hacia una sociedad sin desigualdades.

Una sociedad contrahecha.

La falsa democracia colombiana es el espejo de una sociedad contrahecha:


ü      Más de cinco millones de desplazados como refugiados internos.
ü      Más de 57 mil desaparecidos, según cifras del Ministerio del Interior.
ü      Entre 7 y 10 millones de hectáreas de tierra arrebatadas a los campesinos.
ü      Más de 4 mil militantes de la Unión Patriótica y el Partido Comunista, más de 3 mil sindicalistas y una interminable lista de dirigentes políticos, populares y sociales asesinados, desaparecidos o expulsados de sus lugares de origen.
ü      20 mil jóvenes combatientes, entre guerrilleros y soldados, muertos en la guerra bajo las llamadas “seguridad” y “prosperidad” democráticas (2002 – 2012).
ü      23.8 billones de pesos para seguridad y defensa en 2012, es decir, para la guerra, que hacen de Colombia el país que destina el más alto porcentaje del PIB para gasto militar en América Latina.
ü      El desempleo más alto del hemisferio americano.
ü      La mayor desigualdad en la distribución del ingreso de América Latina y una de las más altas del mundo.
ü      Una de las concentraciones de propiedad de la tierra más altas del mundo, con un Coeficiente de Gini de 0.87.
ü      Uno de los niveles de pobreza y miseria más altos del Continente.
ü      Nuestros dos mares, sus puertos y las bases militares que deberían estar al servicio de la soberanía son puntos de atraque de la IV Flota naval de Estados Unidos o están siendo arrendadas al Comando sur

Una “democracia” con guerra interior, que se reproduce mediante la guerra del Estado en alianza militar estratégica con una potencia extraña; una “democracia” que reproduce las condiciones de la guerra y pretende eternizarse aplastando las resistencias; tal es la falsa democracia colombiana.

Esta realidad contrahecha, esta realidad anómala, tiene que convivir en el continente con procesos que están tomando rumbos muy diferentes. Venezuela bolivariana, Ecuador de la revolución ciudadana, Bolivia y la recuperación de sus riquezas, Nicaragua, Salvador, Brasil, Argentina, Uruguay, quién más quien menos, han abierto el capítulo de las búsquedas. Es también reafirmar nuestro deber de defender a Cuba, su soberanía, sus héroes injustamente presos en cárceles del imperio, su decisión de cambios y ajustes a su modelo social. En contraste, Colombia parece anclada en un mundo del pasado. Las clases dominantes añoran una integración aún más orgánica, cuasi colonial en el imperialismo.

La crisis de la guerra.

Los hechos del Cauca están mostrando la crueldad de la guerra en medio de la crisis social largamente acumulada y las nuevas condiciones subjetivas, forjadas por la resistencia indígena, campesina y popular. La  crisis del Cauca está siendo tratada con la lógica de clase de la oligarquía gobernante, esto es, una lógica violenta, militarista, para la que los problemas sociales, culturales y políticos no se solucionan sino se suprimen por la fuerza de las armas. En el Cauca el Estado colombiano está violando todos sus compromisos con los Acuerdos de Ginebra sobre Derecho Internacional Humanitario, DIH, que son mandato constitucional actualmente vigente.

Un saludo especial al compañero José Domingo Caldón, dirigente indígena del Cauca aquí presente, a quien expresamos un reconocimiento solidario.

La política contrainsurgente del Estado está adquiriendo la forma de una guerra contra la población civil. Lo que las gentes están reclamando mediante la movilización y la protesta de masas es la desmilitarización de los territorios y de las regiones, junto con el desmonte de poder militar impuesto por el Plan de Consolidación. El ejército está siendo humillado por su propio pueblo porque no está defendiendo ni la soberanía ni la vida ni la integridad física de los ciudadanos sino comportándose como una fuerza de ocupación extraña en su propio país. Es la crisis de la guerra como política pública del Estado, financiada con nuestros impuestos y ejecutada por personal militar que empieza a entender que esa guerra no tiene futuro. El sargento García llora porque se siente humillado y maltratado. Hay que hacer un llamado a la consciencia de esos soldados y suboficiales que no han disparado, igual que a la oficialidad joven, para decirles: también ustedes deben contribuir a la paz, también deben ayudar a que esta guerra termine y una salida política sea posible.

El tema de la paz en el corazón de la política.

Decimos que el tema de la paz se coloca en el centro de la vida política del país. Santos pareciera entenderlo, pero obra con auténtico espíritu uribista. De hecho concilia de continuo con el uribismo parlamentario bajo la presión de la ultraderecha, que tiene un vasto predominio en todos los poderes del Estado. En ese juego, el acto legislativo del Marco jurídico para la paz abre algunas rendijas, como lo resaltó la bancada del PDA al votarlo positivamente. Pero  requiere de una ley estatutaria, es decir, de otra medición de fuerzas.

Nuevos capítulos de la crisis política, con opción de madurar en crisis nacional, están al acecho. La ultraderecha fascista alienta los crímenes contra quienes reclaman la restitución de sus tierras. El llamado ejercito anti restitución es otra máscara del narcoparamilitarismo y de los terratenientes. Algo análogo puede decirse del nuevo reagrupamiento uribista, denominado Puro Centro.

Una propuesta para la izquierda.

La opción de la izquierda y nuestra propuesta es avanzar a un frente amplio de fuerzas, movimientos, procesos y partidos dispuestos a trabajar unitariamente en la nueva situación política que se está abriendo paso. Lo esencial son las convergencias programáticas. El Polo tiene una muy importante en su Ideario de Unidad. La Marcha patriótica igualmente en su programa. Así mismo los mandatos del Congreso de los pueblos o los puntos largamente trabajados por la Coordinación nacional de movimientos sociales y políticos. La juventud estudiantil agrupada unitariamente en la Mane debe sumar su entusiasmo y creatividad movilizadora.

Pero esas convergencias deben llevar a la acción común, desde las distintas ópticas y experiencias. El Polo puede aportar su valerosa y consecuente acción parlamentaria. Los otros procesos puede allegar sus experiencias de movilización, de organización y de métodos de trabajo. Hay que examinar con espíritu despejado, sin tántas prevenciones, con sentido verdaderamente unitario, las iniciativas y la dinámica del actuar en común, sin violentar las opiniones de otros, sin pretender imponer a otros la propia óptica. Identificar lo que une. Identificar lo que no une, pero agendarlo aparte. Esforzarse por las coincidencias dinámicas. Construir nuevas vías y formas de confianza política, para derrotar las desconfianzas y los sectarismos, de los que tendremos definitivamente que separarnos.

Algo como un gran evento por la paz, como han propuesto Colombian@s por la Paz, Congreso de los pueblos  y Marcha Patriótica, podemos en común poner en camino. Acciones contra la ley 100 y por un sistema humano de salud, como sugieren Comosoc y otras organizaciones sindicales y trabajadores de la salud. Acciones  frente a los megaproyecto de la locomotora agro minera o el rechazo a los impactos nefastos del TLC con Estados Unidos entre productores y cultivadores colombianos. El apoyo a las tareas del estudiantado y el magisterio en defensa de la educación pública de amplia cobertura, de calidad y gratuita, como lo estableció para la secundaria el gobierno del Polo en Bogotá en el que tuvo destacado papel la compañera Clara López, como secretaria de gobierno y alcaldesa designada.

La coyuntura residencial de 2014.

En este panorama las elecciones presidenciales de 2014 cobran importancia. Si la derecha reeleccionista de Santos y la ultra derecha de Uribe se distancian, como aparenta ser, la izquierda debe actuar con decisión y promover la iniciativa de un programa comprometido con la paz democrática y el cambio de rumbo del país, como base para la escogencia de una candidatura única a la presidencia.

En todos estos campos hipotéticos, el PCC se guía por su concepción de la unidad, sin ver ni inventar enemigos a la izquierda, con el compromiso de la lucha social y la creación de escenarios donde todas las vertientes, cada vez más enriquecidas de la izquierda, aporten sus acumulados. El PDA, como fuerza política de la oposición al régimen tiene el mayor compromiso. El PCC es parte fundacional del PDA como proceso unitario donde es posible cooperar en unidad sin que nadie sea obligado a renunciar ni a sus convicciones ni a sus acumulados. Igualmente concebimos la necesidad de hallar caminos para ensanchar las autopistas unitarias, con la apertura, la iniciativa y la consecuencia necesaria para que avance el objetivo estratégico de toda visión unitaria: la unidad del pueblo.

VIVA EL PARTIDO COMUNISTA COLOMBIANO
VIVA LA JUVENTUD COMUNISTA COLOMBIANA
VIVA LA UNIDAD DEL PUEBLO COLOMBIANO

Bogotá, julio 18 de 2012