JAIME CAYCEDO, secretario general del PCC en la apertura del 21 congreso de los comunistas. |
“Juntemos todas
las voces y todas las rebeldías”
[Intervención
de Jaime Caycedo Turriago, secretario general del PCC, en el Acto de
instalación del 21 Congreso]
Nuestro
saludo solidario y nuestro aplauso a tod@s l@s invitad@s, delegad@s y
asistentes. Un saludo especial al camarada Álvaro Vásquez, constructor toda una
vida de este partido quien con su acompañamiento nos alienta a seguir el rumbo
correcto de la unidad y la convergencia.
Hemos
llegado a la culminación de los eventos preparatorios del 21 Congreso del PCC.
Este Partido tiene 82 años de existencia continua en la vida colombiana. Es
parte de la cultura y de la rebeldía del pueblo y de la intelectualidad.
En
el Catatumbo, en Arauca, en el Putumayo, en el Cauca, está descrito el mapa de
la guerra contrainsurgente. Es la guerra para perpetuar una dominación que
pretende adaptar la sociedad colombiana al apetito insaciable de la acumulación
transnacional de capital. Lo ha logrado, pero solo en parte. No lo puede del
todo porque hay resistencias sociales rebeldes, una oposición democrática,
lucha y dinámica populares.
El
gran error de Alvaro Uribe y de Juan Manuel Santos es el de empequeñecer,
minimizar y subestimar esas resistencias. Al entrar el mundo y Colombia en las
ondas expansivas de la crisis capitalista y de civilización, están creciendo
las turbulencias en cuyo contexto, por muy chicas que sean o estén siendo las
resistencias y pocas las oportunidades de avance, los trabajadores, el pueblo,
las gentes del común pueden alcanzar logros importantes si se unen en un rumbo
democrático, de soberanía, de reivindicación social hacia una sociedad sin
desigualdades.
Una sociedad contrahecha.
La
falsa democracia colombiana es el espejo de una sociedad contrahecha:
ü
Más de cinco millones de desplazados como
refugiados internos.
ü
Más de 57 mil desaparecidos, según cifras
del Ministerio del Interior.
ü
Entre 7 y 10 millones de hectáreas de
tierra arrebatadas a los campesinos.
ü
Más de 4 mil militantes de la Unión Patriótica
y el Partido Comunista, más de 3 mil sindicalistas y una interminable lista de
dirigentes políticos, populares y sociales asesinados, desaparecidos o
expulsados de sus lugares de origen.
ü
20 mil jóvenes combatientes, entre
guerrilleros y soldados, muertos en la guerra bajo las llamadas “seguridad” y
“prosperidad” democráticas (2002 – 2012).
ü
23.8 billones de pesos para seguridad y
defensa en 2012, es decir, para la guerra, que hacen de Colombia el país que
destina el más alto porcentaje del PIB para gasto militar en América Latina.
ü
El desempleo más alto del hemisferio
americano.
ü
La mayor desigualdad en la distribución
del ingreso de América Latina y una de las más altas del mundo.
ü
Una de las concentraciones de propiedad
de la tierra más altas del mundo, con un Coeficiente de Gini de 0.87.
ü
Uno de los niveles de pobreza y miseria
más altos del Continente.
ü
Nuestros dos mares, sus puertos y las
bases militares que deberían estar al servicio de la soberanía son puntos de
atraque de la IV Flota
naval de Estados Unidos o están siendo arrendadas al Comando sur
Una
“democracia” con guerra interior, que se reproduce mediante la guerra del
Estado en alianza militar estratégica con una potencia extraña; una
“democracia” que reproduce las condiciones de la guerra y pretende eternizarse
aplastando las resistencias; tal es la falsa democracia colombiana.
Esta
realidad contrahecha, esta realidad anómala, tiene que convivir en el continente
con procesos que están tomando rumbos muy diferentes. Venezuela bolivariana,
Ecuador de la revolución ciudadana, Bolivia y la recuperación de sus riquezas,
Nicaragua, Salvador, Brasil, Argentina, Uruguay, quién más quien menos, han
abierto el capítulo de las búsquedas. Es también reafirmar nuestro deber de
defender a Cuba, su soberanía, sus héroes injustamente presos en cárceles del
imperio, su decisión de cambios y ajustes a su modelo social. En contraste,
Colombia parece anclada en un mundo del pasado. Las clases dominantes añoran
una integración aún más orgánica, cuasi colonial en el imperialismo.
La crisis de la guerra.
Los
hechos del Cauca están mostrando la crueldad de la guerra en medio de la crisis
social largamente acumulada y las nuevas condiciones subjetivas, forjadas por
la resistencia indígena, campesina y popular. La crisis del Cauca está siendo tratada con la
lógica de clase de la oligarquía gobernante, esto es, una lógica violenta,
militarista, para la que los problemas sociales, culturales y políticos no se
solucionan sino se suprimen por la fuerza de las armas. En el Cauca el Estado
colombiano está violando todos sus compromisos con los Acuerdos de Ginebra
sobre Derecho Internacional Humanitario, DIH, que son mandato constitucional
actualmente vigente.
Un
saludo especial al compañero José Domingo Caldón, dirigente indígena del Cauca
aquí presente, a quien expresamos un reconocimiento solidario.
La
política contrainsurgente del Estado está adquiriendo la forma de una guerra
contra la población civil. Lo que las gentes están reclamando mediante la
movilización y la protesta de masas es la desmilitarización de los territorios
y de las regiones, junto con el desmonte de poder militar impuesto por el Plan
de Consolidación. El ejército está siendo humillado por su propio pueblo porque
no está defendiendo ni la soberanía ni la vida ni la integridad física de los
ciudadanos sino comportándose como una fuerza de ocupación extraña en su propio
país. Es la crisis de la guerra como política pública del Estado, financiada
con nuestros impuestos y ejecutada por personal militar que empieza a entender
que esa guerra no tiene futuro. El sargento García llora porque se siente
humillado y maltratado. Hay que hacer un llamado a la consciencia de esos soldados
y suboficiales que no han disparado, igual que a la oficialidad joven, para
decirles: también ustedes deben contribuir a la paz, también deben ayudar a que
esta guerra termine y una salida política sea posible.
El tema de la paz en el corazón de la
política.
Decimos
que el tema de la paz se coloca en el centro de la vida política del país.
Santos pareciera entenderlo, pero obra con auténtico espíritu uribista. De
hecho concilia de continuo con el uribismo parlamentario bajo la presión de la
ultraderecha, que tiene un vasto predominio en todos los poderes del Estado. En
ese juego, el acto legislativo del Marco jurídico para la paz abre algunas
rendijas, como lo resaltó la bancada del PDA al votarlo positivamente. Pero requiere de una ley estatutaria, es decir, de
otra medición de fuerzas.
Nuevos
capítulos de la crisis política, con opción de madurar en crisis nacional,
están al acecho. La ultraderecha fascista alienta los crímenes contra quienes
reclaman la restitución de sus tierras. El llamado ejercito anti restitución es
otra máscara del narcoparamilitarismo y de los terratenientes. Algo análogo
puede decirse del nuevo reagrupamiento uribista, denominado Puro Centro.
Una propuesta para la izquierda.
La
opción de la izquierda y nuestra propuesta es avanzar a un frente amplio de
fuerzas, movimientos, procesos y partidos dispuestos a trabajar unitariamente
en la nueva situación política que se está abriendo paso. Lo esencial son las
convergencias programáticas. El Polo tiene una muy importante en su Ideario de
Unidad. La Marcha
patriótica igualmente en su programa. Así mismo los mandatos del Congreso de
los pueblos o los puntos largamente trabajados por la Coordinación nacional
de movimientos sociales y políticos. La juventud estudiantil agrupada unitariamente
en la Mane debe
sumar su entusiasmo y creatividad movilizadora.
Pero
esas convergencias deben llevar a la acción común, desde las distintas ópticas
y experiencias. El Polo puede aportar su valerosa y consecuente acción
parlamentaria. Los otros procesos puede allegar sus experiencias de
movilización, de organización y de métodos de trabajo. Hay que examinar con
espíritu despejado, sin tántas prevenciones, con sentido verdaderamente
unitario, las iniciativas y la dinámica del actuar en común, sin violentar las
opiniones de otros, sin pretender imponer a otros la propia óptica. Identificar
lo que une. Identificar lo que no une, pero agendarlo aparte. Esforzarse por
las coincidencias dinámicas. Construir nuevas vías y formas de confianza
política, para derrotar las desconfianzas y los sectarismos, de los que
tendremos definitivamente que separarnos.
Algo
como un gran evento por la paz, como han propuesto Colombian@s por la Paz, Congreso de los
pueblos y Marcha Patriótica, podemos en
común poner en camino. Acciones contra la ley 100 y por un sistema humano de
salud, como sugieren Comosoc y otras organizaciones sindicales y trabajadores
de la salud. Acciones frente a los
megaproyecto de la locomotora agro minera o el rechazo a los impactos nefastos
del TLC con Estados Unidos entre productores y cultivadores colombianos. El
apoyo a las tareas del estudiantado y el magisterio en defensa de la educación
pública de amplia cobertura, de calidad y gratuita, como lo estableció para la
secundaria el gobierno del Polo en Bogotá en el que tuvo destacado papel la
compañera Clara López, como secretaria de gobierno y alcaldesa designada.
La coyuntura residencial de 2014.
En
este panorama las elecciones presidenciales de 2014 cobran importancia. Si la
derecha reeleccionista de Santos y la ultra derecha de Uribe se distancian,
como aparenta ser, la izquierda debe actuar con decisión y promover la
iniciativa de un programa comprometido con la paz democrática y el cambio de
rumbo del país, como base para la escogencia de una candidatura única a la
presidencia.
En
todos estos campos hipotéticos, el PCC se guía por su concepción de la unidad,
sin ver ni inventar enemigos a la izquierda, con el compromiso de la lucha
social y la creación de escenarios donde todas las vertientes, cada vez más
enriquecidas de la izquierda, aporten sus acumulados. El PDA, como fuerza
política de la oposición al régimen tiene el mayor compromiso. El PCC es parte
fundacional del PDA como proceso unitario donde es posible cooperar en unidad
sin que nadie sea obligado a renunciar ni a sus convicciones ni a sus
acumulados. Igualmente concebimos la necesidad de hallar caminos para ensanchar
las autopistas unitarias, con la apertura, la iniciativa y la consecuencia
necesaria para que avance el objetivo estratégico de toda visión unitaria: la
unidad del pueblo.
VIVA
EL PARTIDO COMUNISTA COLOMBIANO
VIVA
LA JUVENTUD
COMUNISTA COLOMBIANA
VIVA
LA UNIDAD DEL
PUEBLO COLOMBIANO
Bogotá,
julio 18 de 2012